22/10/18

Tibidabo.





6 comentaris:

  1. En la primera impresión mi mentedemente no vio lo que debía ver y creyó toparse con unas olas que se estrellaban contra las rocas de una costa abrupta. Recordamaos entonces -yo y mi otro yo y nuestra mentedemente compartida- que así, como ese mar imaginario y demente, es como se sintió nuestro estómogo, años ha, hallándonos en descenso brusco de la montaña rusa del Tibidabo. Sosegados -yo y mi otro yo y nuestra comunitaria mentedemente- se hizo la luz y conseguimos ver, cual recortada y nívea aparición el auténtico "reason" del meollo pictórico. Amén. A su excelsa habilidad pictórica encontramos -yo y mi otro yo- el placer añadido de poder disfrutar del gozoso equívoco (síendo, naturalmente -y por natura-, yo y mi otro yo las equivocadas) equivocadas) que sus teatrales luces y sombras nos revelan .

    Abrazotes gordotes

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    1. Abrazotes Gordotes.
      Lamento que en rusas montañas, tu estómago sufriera percances
      tan importántes, como los de antes, que te impidieran tener
      mejor recuerdo del Tibidabo. Hecha la luz, nacen las sombras,
      y me asombras que Amen del meollo pictórico, el equivoco,
      al que evoco, fuera un añadido de placeres, que pudiste disfrutar, entre sombras teatrales.
      Que no se revelen las luces, en la primera impresión.
      Gracias Margarita, siempre llena de comunitaria mente.

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  2. Belleza y color, espacios cambiantes, entre grandes contrastes el espacio arquitectónico enmarcado, cuidando su belleza. Magnífico.

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    1. Carmen, aquí estamos, probando,siempre, nuevas sensaciones.
      Y en este ir y venir, salen estos contrastes.
      A la vez, cuidando que salga algo bueno.
      Muchas gracias, por venir.

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  3. Dramático y fantasmagórico a partes iguales, todo envuelto en esa singularidad original que te es propia, sencillo y efectista. Me gusta.
    Abrazo.

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    1. Como bien conoces... vamos buscando, sin conformarse con nada.
      Y la verdad, es que sale solo, queriendo, o sin querer, es
      lo que tiene, el placer de dejarse llevar, por lo que pasa
      por el coco...
      Un gran abrazo, Carmen.

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